miércoles, 1 de febrero de 2012

Carta a Anna Nikolay







¡Pulsa play y a leer!


      Cheliábinsk, 13 Enero de 2012                              

      A Anna Nikolay,

      ¡Hola Anya!:

      Querida Anya, después de un tiempo sin saber de ti (ni tú de mí), me dispongo a escribirte al calor del samovar recién puesto en casa. Siempre que lo pongo me acuerdo de ti, de los ratos compartidos con una taza de té y unos cuantos blinis... La realidad es que la distancia física es mayor que la psicológica, te tengo muy presente en mi día a día!

      Aquí en Cheliábinsk todo sigue como siempre, aquí en la ciudad del ferrocarril transiberiano siempre pasan trenes cargados de esperanzas a la ida, de sueños rotos a la vuelta.

      El otro día vi a Misha en la cafetería de la calle Sormovskaya. Me preguntó por ti y me dijo que si te escribía te mandase un buen abrazo de "El camarada Mijail", ya sabes, hay gente que nunca cambiará, aquí te envío su abrazo.

      ¿Qué tal todo por el prometedor occidente?¿Existe el derecho de "la búsqueda de la felicidad" por esos lares?¿Encontraste ya trabajo?

      Aquí el invierno está ya muy entrado, a unos -17º estuvimos ayer. Me encanta este tiempo; esta época del año en la que la atmósfera invita a uno a quedarse en casa, a vivir de puertas para adentro. El tiempo de la reflexión, del cuidado del yo sin mirar atrás, pues ya sabes como se dice por aquí: "Añorar el pasado es correr tras el viento".

     Llevo una temporada viviendo en soledad compartida, compartida con algo ajeno y conocido por mi... Es ajeno puesto que ha entrado sin ser invitado, un forastero que se ha instalado en mis días, que dejó el ancla en mis noches y que quiera o no se va a quedar una temporada larga. Es conocido puesto que está dentro de mi carne, entre tendones, músculo y hueso. Lleva tantos días conmigo que le puse hasta nombre: postoik (vacío).

     Postoik y yo hemos aprendido con el tiempo a llevarnos más o menos bien, no le pregunto mucho ni él a mí, los dos gozamos de bastante independencia a veces, ya sabes lo que dicen: "Saber demasiado es envejecer prematuramente".

    Me levanto por las mañanas y postoik está ahí, me hace saber que está desgarrándome un poco la carne. Me duele Annya, a veces me duele tanto que desearía poder clavarme un cuchillo en el pecho a ver si le acierto en plena cara. Él es el que hace que me despierte, se mueve dentro de mi y me produce un sudor frío, tan frío como la noche de la estepa... En cuanto lo noto salto de la cama, corro a la ducha, me visto y bajo a la calle, tomo el zavtrak en el bar de abajo, subo  a casa y me pongo a trabajar, a leer, a escribir (escribir me hace pensar en como he llegado a este punto de mi vida), a tocar la Balalaica a ver si me entretengo un rato... Así suele calmarse.

     A veces no puedo levantarme de la cama y lo que hago es abrazarme a la almohada y llorar. Alimento a postoik por un rato. Le doy pensamientos y recuerdos, le doy esperanzas futuras basadas en aire y en cantos de sirena, le digo que hay posibilidades, que me arrepiento de todo y que no soy más que un Iván IV, traidor de la madre patria. Así parece calmarse, parece fundirse con "mis sentimientos", se alimenta de mi desesperanza y de mis desconsuelos como dragón eslavo de nuestra mitología (ya ves que no dormía en las clases del Señor Alexandr), postoik es feliz cuando yo me ahogo en mis lágrimas...

    Después de una temporada he aprendido a vivir con él, a llevarlo conmigo allá a donde voy, a intentar no hacerle mucho caso, aunque a veces... A veces querida Kolia es inevitable no hacerle caso, desesperarme y querer tirarme a las profundidades del lago Mezhozermaya... Pero la vida sigue; o eso me dice la gente.

   Tan solo necesitaba escribir, espero no abrumarte con estas historias, puesto que en general la cosa está bastante estable, siempre hay luz en el horizonte, luz que para poder verla he tenido que descender a lo más oscuro del pozo.

    Espero saber de ti y de tus aventuras por esos lares pronto, ¡Ansioso estoy de ti!

    Sin más dilación (puesto que ya tengo el samovar a punto), ¡Un abrazo grande!

    Do svidánia!

    PD: Un abrazo de postoik también.

    Iván Petrovich.

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